La moneda
Si tomas la moneda y contemplas su aleación con tus manos, el peso de su materia, su tamaño, su redondez, y su anchura, y puedes hacer que se deslice por tu mano como un pedazo de hielo, y en el borde, en la ladera lo detienes, sobre el dedo índice encurvado y el pulgar, un tanto inclinado, ovacionándolo, ovacionándose a sí. En este momento entra toda la fuerza o el más nimio y débil movimiento. El ángulo correcto con la fuerza determinada con el movimiento leve de la muñeca podrán hacer que de un pequeño salto en el aire y caiga de espaldas por que así lo he querido. Pero si las imbricaciones no son correctas el resultado cae inclinado al precipicio. Y aquí viene lo más interesante. Si el ángulo es incorrecto podrá salir en todas direcciones, un cohete sin rumbo y dirección con demasiada potencia.
Podría disparar con toda la potencia y la fuerza que desee, como ese cañón de los niños que tiene puntería y dirección, concentrar toda su fuerza desde la cabeza al dedo pulgar, sienta el calor anidándose allí, un sol en un dedo esperando a explotar, se detiene, se arquea y en un momento la coyuntura podría ceder. Una gran piedra es lanzada al agua, un chapuzón se levanta en la tormenta de la quietud. Se levanta al cielo mismo, una gran columna de energía, una nube de poder y de fuerza deja su rastro, y por un momento lo plano adquiere dimensiones esféricas, se completa a sí, y si así lo dispusiese ahí se quedaría, un pequeño disco solar, flotando, curvando su espacio, revolotea a tan grades dimensiones que es imposible verle, una ráfaga de viento es exhalada lanzando, lejos de sí, el azar, la suerte y las coincidencias. Lejos, demasiado que desaparecen de la razón y la existencia.
Una fracción de energía, un impulso de la muñeca la medición de su poder y la moneda saltará como uno desee, dando aletazos de polilla, los que uno desee, solo hay que conocer, y dominarla, hacerle saber cuantos aletazos debe dar.
Podría disparar con toda la potencia y la fuerza que desee, como ese cañón de los niños que tiene puntería y dirección, concentrar toda su fuerza desde la cabeza al dedo pulgar, sienta el calor anidándose allí, un sol en un dedo esperando a explotar, se detiene, se arquea y en un momento la coyuntura podría ceder. Una gran piedra es lanzada al agua, un chapuzón se levanta en la tormenta de la quietud. Se levanta al cielo mismo, una gran columna de energía, una nube de poder y de fuerza deja su rastro, y por un momento lo plano adquiere dimensiones esféricas, se completa a sí, y si así lo dispusiese ahí se quedaría, un pequeño disco solar, flotando, curvando su espacio, revolotea a tan grades dimensiones que es imposible verle, una ráfaga de viento es exhalada lanzando, lejos de sí, el azar, la suerte y las coincidencias. Lejos, demasiado que desaparecen de la razón y la existencia.
Una fracción de energía, un impulso de la muñeca la medición de su poder y la moneda saltará como uno desee, dando aletazos de polilla, los que uno desee, solo hay que conocer, y dominarla, hacerle saber cuantos aletazos debe dar.
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