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jueves, 8 de julio de 2010

La maison en petits cubes

Tal vez el corto animado más bonito y triste que he visto nunca. A menudo nos preguntamos quienes somos. ¿Es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor?. A veces no encontramos las respuestas a estas y otras preguntas que nos rondan por la cabeza. El protagonista de este corto de animación japonesa intenta descifrar en su vejez las causas su soledad. Un personaje que vuelve una y otra vez a un pasado que en el que era feliz con su familia.

Kunio Kato dirigió La Maison en Petits Cubes en el año 2008 y cosechó premios en distintos festivales especializados, desde el Annecy International Animated Film Festival hasta el Hiroshima International Animation Festival.. Quizás el mayor logro y el mejor premio para esta obra fue sin duda el Oscar al mejor corto de animación. Un anime que nos demuestra que otro estilo y otra forma de hacer animación en Japón es posible. Acostumbrados como estamos a ver siempre las mismas caras y los mismos ojos, el trabajo de Kunio Kato es la prueba fehaciente de que el anime experimental, o novelle manga como han acuñado algunos al estilo de esta obra es algo real y palpable y que cada vez tiene más adeptos en Japón y en el resto del mundo.

Estos prestigiosos galardones no son gratuitos. Petits Cubes, nos muestra las consecuencias calentamiento global que padecemos (y propiciamos) en una metáfora audiovisual sin precedentes: el futuro es hoy, el desastre es hoy, pero igualmente la vida también es hoy. Y si la vida es hoy, hay que seguir adelante, recordando a los seres queridos e intentando ser buena persona. En consecuencia, ante la catástrofe, un anciano octogenario se aferra a sus raíces. Solitario, entre cuatro muros levantados por él mismo y cimentados sobre sus moradas anteriores, aguarda el destino: el mandato natural de reunirse con su familia. Lo rodean, además de un océano 100 metros sobre el nivel actual, sus memorias inmortalizadas en instantes fotográficos, todos ellos colocados en la pared: abuelos, padres, hijos, nietos; generaciones que saturan sus pensamientos.
Un descuido lo arrastra a sumergirse en las profundidades, geográficas y sentimentales. Recursos narrativos como el flashback se fusionan con los momentos actuales de la historia, de tal forma que apenas entrecorta la fluidez del viaje submarino. Los diálogos sobran cuando no existe nadie más que uno mismo, por eso durante los diez minutos que dura el corto, no se habla ni una sola vez. Nunca el silencio en una animación me había parecido tan acertado hasta que descubrí esta obra.No hay quejas, causas, culpables ni soluciones. El protagonista se adapta a las circunstancias. Arrojarse al desencanto y desesperanza no le devolverá a sus seres queridos. La riqueza ancestral lo mantiene en pie y lo empuja a seguir adelante ante cualquier adversidad. Al final, basta con tabaco, vino, cubiertos y mesa para dos. Todo frente al ocaso de otro día más. Un día menos para volver a encontrar la felicidad. Que disfruten de esta maravillosa animación. Una obra maestra.

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